Cuando quieres lograr un objetivo no solo tienes que concentrarte en adquirir los hábitos necesarios que te ayuden a ponerte en camino.
Todo lo que haces cuenta. Y muchas veces son los hábitos que tenemos adquiridos los que nos lo ponen difícil a la hora de alcanzar las metas y sueños que nos planteamos.
No importa a qué tipo de cota intentes alcanzar. Tanto si se trata de un objetivo relacionado con la salud o con la familia, como si lo que buscas tiene que ver con tu situación financiera, los estudios o el amor, existen algunos hábitos que pueden sabotear cualquiera de estas iniciativas.
Acompañar a tus objetivos de una planificación temporal
Algún día, próximamente, en cuanto pueda… Estas fechas no aparecen en ningún calendario. En este sentido, al igual que las fechas nos presionan, también nos motivan para sacar adelante las tareas que menos nos apetecen. De hecho, situar un objetivo dentro de un marco temporal restringido suele ser uno de los primeros pasos que le dan realidad a ese objetivo.
Los sueños ya están cargados de intenciones, por lo que para materializarse necesitan que pasemos a la acción. Sin fecha, todo intento por elaborar un plan se quedará suspendido en el aire. Poco importa si por el camino tienes que hacer cambios o si el logro de la meta se retrasa por algo. Un plan se puede modificar y adaptar para llegar al destino, sin embargo un no-plan solo es un salto al vacío sin paracaídas.
Así que empieza por definir tu objetivo y darle un lugar en el calendario, un espacio dentro de tus días. Y si no puedes empezar ya, no importa. Decide cuándo vas a comenzar, cuándo vas a abordar el diseño de tu plan de acción.
Estar listos para empezar
La frase “no estoy listo para empezar” puede ser le reflejo de muchos estados internos. Tal vez no estés seguro de tu objetivo, es decir, no sientas que verdaderamente es una elección libre y personal. Tal vez no estés tan motivado como crees, porque no lo que te empuja a soñar no es el motor adecuado. Tal vez no tengas claro tu sueño, y no tengas más que una vaga idea general. Tal vez tengas miedo.
En cualquier caso, una vez que hayamos definido bien nuestra meta, aunque haya una tupida red esperándonos abajo, es necesario cerrar los ojos para saltar. Un ejercicio de valentía para dar el primer paso, de confianza en nosotros y en nuestros recursos. En este sentido, si estás listo para soñar, estás listo para empezar a trabajar en tu sueño.
Permitir que la lista de dificultades congele los sueños
Subestimar los recursos para hacer frente a las dificultades que anticipan es un congelador para los sueños y las ilusiones de muchas personas. Tiemblan ante la incertidumbre que les plantea el camino, de ahí que no avancen.
Piensan que no van a poder llegar hasta el lugar que pretenden, pero tampoco se mueven para conseguir las herramientas que le permitan hacerlo. No postergan su sueño ni renuncian, pero tampoco se deciden a ir a por él.
En este sentido, anticipar las dificultades, hacer un plan de imprevistos es una estrategia inteligente en sí que se puede volver en contra si se hace mal o se utiliza mal. Si se hace mal, puede hacer que nos embarquemos en objetivos que en la actualidad son inalcanzables para nosotros; también, si se hace mal, puede hacer que nos confiemos demasiado y terminemos por llenar la maleta de camisetas de manga corta para conquistar el polo norte.
Por otro lado, puede estar bien hecha, pero después utilizarla mal o no utilizarla. En estos casos, el esfuerzo de haberla hecho sería un esfuerzo perdido. El caso más común es el de aquellos que en vez de hacer acopio de herramientas para hacerle frente a estas dificultades se paralizan recreándose en el sufrimiento que les van a causar.
Ver los errores como pérdidas
No siempre se puede caminar en línea recta. A veces tienes que rodear los obstáculos, otros trabajar muy duro para eliminarlos o, al menos, reducirlos. Además, en no pocas ocasiones ese trabajo no da de manera inmediata el fruto que esperas. Pero eso no es una pérdida.
Rara vez se pierde cuando se aprende. Ese es el reflejo más hermoso de los malos resultados, y que solo es visible para aquellos que hacen una gestión inteligente del “fracaso”. Si algo sale mal, no importa. Es parte del proceso. Además, suele ocurrir que, cuanto más grande es el error, también es mayor lo que puede enseñar.
De lo que no vas a sacar nada es de frustrarte y acobardarte ante los fallos y, aún peor, ante la idea de fallar. Acoge tus errores, intégralos en tu historia y dales un sentido que te haga bien y usa toda energía que puede emanar de la rabia por el propio error para retomar el rumbo, hacia ese u otro destino.
Renunciar antes de ver los resultados
La impaciencia es amiga de la precipitación y saboteadora del cambio, trasformándose en uno de los grandes obstáculos para la materialización de cualquier sueño. A pesar de tener un plan, difícilmente todo va a depender de ti, de ahí que señalemos a la paciencia como una potencial aliada.
En este sentido, para muchos de los cambios que buscamos, la progresión manifiesta no es gradual. Se produce a saltos. Periodos en los que prácticamente no damos un paso adelante, o que incluso retrocedemos, se conjugan con otros periodos en los que se produce un gran salto.
Intenta no desesperar. El hecho de que no puedas ver los resultados no significa que tus esfuerzos hayan sido en vano. Recuerda que en muchos casos el avance se produce de golpe, y en muchos de ellos también este avance se produce de manera inesperada. En este sentido, lo mejor que puede pasarte cuando esto suceda, es que te pille trabajando.
Piensa, por ejemplo, en un escritor cuando publica su primer ensayo o novela. Probablemente antes de ver su sueño cumplido le habrán rechazado en muchas editoriales, habrá pasado un largo periodo en el que no ha visto avances. Sin embargo, nuestro escritor, lejos de rendirse ha seguido mandando el borrador hasta que finalmente ha recibido una carta en la que aceptaban su novela para edición. El paso que supone esa carta es enorme y probablemente no habría existido sin la fe y la perseverancia de aquel que las mandó.
Caminar para alcanzar
Soñar es maravilloso, emocionante, inspirador. Te hace ver el futuro con otros ojos, te hace tener esperanzas y te hace sentir bien. Sin embargo, esa recreación placentera, cuando no es acompañada por la acción, no hace que avances.
Analiza tu sueño, valora tu meta y descubre si es viable. Establece un plan y enfréntate a las dificultades de una en una, empezando por la primera. Celebra cada pequeño avance como un gran éxito en sí mismo. Y sigue avanzando.
Revisa tus hábitos diarios y haz lo que tengas que hacer para caminar firme hacia tu meta. Los cambios que tengas que hacer son parte de la ruta, no lo olvides. Y recuerda que, por mucho que tengas que desviarte o por muchas escalas que tengas que hacer, mientras sepas a dónde vas, irás por el camino del éxito.
Fuente: lamenteesmaravillosa.com