La educación, el turismo, los negocios, el trabajo, y todo tipo de actividades atraviesan cambios importantes durante la pandemia. ¿Estas transformaciones llegan para quedarse?
La propagación del COVID-19 ha desacelerado las economías del mundo, ha puesto a prueba los sistemas de salud de cientos de países y ha cambiado el día a día de millones de personas.
Esta pandemia, la primera gran pandemia de la era digital, trajo consigo situaciones que antes parecían inverosímiles y que ahora son el diario vivir en todo el mundo. Puede ser que muchos de estos cambios calen a tal profundidad en la sociedad que las generaciones futuras estén marcadas por ellos.
Para empezar a entender esos nuevos patrones y tendencias, expertos de Areandina compartieron algunas reflexiones alrededor de dichos cambios y la manera en que pueden evolucionar.
Más digitales que nunca
Si bien la Cuarta Revolución Industrial venía cambiando el mundo drásticamente, ahora el proceso se hará más veloz. El COVID-19 ha sido el responsable de que diferentes industrias en pocos meses hayan girado a lo que a veces tarda años: la transformación digital.
Pensar en grandes congregaciones todavía parece una idea lejana. De hecho, para Felipe Baena, Rector de la Seccional Pereira de Areandina, esto permitirá que uno de los elementos más importantes de una cultura de la virtualidad se consolide: la escalabilidad.
Este concepto se refiere a la capacidad de multiplicar el impacto y el alcance de un suceso. Es decir, ahora, eventos que congreguen a una gran cantidad de personas no se limitarán por el aforo de un espacio físico ni por dificultades logísticas. De hoy en adelante, miles de personas alrededor del mundo pueden ver las conferencias de expertos, asistir a eventos y charlas que, de otra manera, sería el privilegio de unos pocos.
De hecho, esto también conlleva a una revisión del concepto de ciudadano global. Para Baena, de ahora en adelante, este término dejará de referirse a quienes tienen la capacidad de viajar por el mundo, y se tratará de quién sepa “aprovechar la tecnología para su beneficio y se nutra de un mundo en el que es posible ir a grandes exposiciones de arte, conversatorios, charlas de grandes expertos, entre otros, sin salir de casa”.
Adicionalmente, recuerda que los tres conceptos clave para instituciones, empresas y personas en estos tiempos en los que es necesario migrar hacia nuevos modelos, son la determinación, la fuerza y la flexibilidad. Al ser aplicados en conjunto, es posible responder acertadamente en momentos de incertidumbre y de cambios acelerados.
Nuevos paradigmas en la educación superior
Con las medidas que diferentes gobiernos del mundo han decretado, la educación ha sido uno de los sectores que más se ha visto impactado. En Colombia, la situación no ha sido diferente y tanto la educación preescolar, básica, media como la superior se han visto obligadas a continuar clases a la distancia.
Para Martha Castellanos, Vicerrectora Académica de Areandina, es el momento propicio para detenerse a analizar y replantear la forma en que la educación incide en los estudiantes y la manera en que las herramientas digitales hacen parte de esta nueva etapa. Después de todo, si algo ha dejado claro la llegada del COVID-19 para muchos profesores es que el concepto de «nativos digitales» queda absolutamente revaluado, ya que el uso de las redes no es suficiente para poder aprovechar la tecnología en procesos de aprendizaje.
Para que las nuevas generaciones se apropien de las herramientas de la Cuarta Revolución Industrial, es necesario invertir tiempo y esfuerzos para gestar una cultura de aprendizaje aprovechando las tecnologías. Areandina lleva más de una década consolidando su oferta virtual y con ello han llegado importantes logros, como ser la tercera Institución de Educación Superior (IES) privada en virtualidad (ocupando este lugar por el número de estudiantes [14.000]), tener una cobertura del 85% del territorio nacional y, además, que el índice de permanencia en esta modalidad de estudio sea del 88.97%.
Por eso, es tan importante, no solo fortalecer las herramientas digitales a servicio de los estudiantes y docentes junto con la infraestructura que se necesita para hacerlo, sino la cultura de apropiación tecnológica y el modelo de aprendizaje que potencie el desarrollo formativo para que haya un uso efectivo de las tecnologías. Esta no es una tarea fácil, “Si bien Areandina es una institución líder en virtualidad en el país, crear esa cultura es un trabajo de largo aliento. Los programas virtuales han funcionado con naturalidad, pero para quienes hacen parte de programas presenciales (tanto docentes como estudiantes), la situación ha implicado un esfuerzo extra”, dice Castellanos.
La experta recuerda que, aunque la apropiación digital es uno de los aspectos que se deben reforzar, la formación de un pensamiento crítico a la hora de usar las redes sociales y los espacios virtuales es fundamental.
Independientemente de que suceda a corto y mediano plazo con el COVID-19, la educación no puede esperar a que este tipo de cosas ocurran para adelantarse a tiempos inciertos. Más allá de responder a la situación inmediata, la educación virtual y el uso de herramientas tecnológicas serán cada vez más necesarias para continuar con los procesos académicos. Ahora, la tarea es profundizar las prácticas pedagógicas y entender los verdaderos cambios que se avecinan con una postura crítica.
Un consumo más consciente
Según lo estima la Organización Mundial del Trabajo (OIT), la propagación del COVID-19 dejará a más de 25 millones de personas desempleadas. De esta manera, millones de hogares verán disminuidos sus ingresos.
José Didier Váquiro Capera, Docente investigador del programa de Administración de Empresas de Areandina, explica que parte de los cambios que ello trae son nuevas tendencias en el consumo, tanto en bienes como en servicios. Es imposible enumerar todas, pero hay algunas que son más evidentes que otras y pueden dejar una influencia duradera en los próximos años.
Entre las más evidentes está la consolidación de las ventas en línea que creció lentamente en el país durante los años anteriores, pero que miles de empresas y emprendedores han adoptado para continuar forzosamente con sus operaciones gracias a la pandemia. A su vez, el experto señala que, en lo referente a la moda y el consumo masivo, habrá un giro a consumir “lo local” y explica que las empresas que han construido fuertes relaciones con sus comunidades son las que podrán sobrellevar la situación mejor que otras.
Váquiro reconoce que hoy han entrado en escena nuevas alternativas en la compra de productos alimenticios y, entre otras tendencias, ha dado paso a la ‘Food for immunity’. Este nuevo concepto, según la ONU, está asociado a consumidores que se preocupan por mantener un sistema inmunitario lo suficientemente fuerte como para enfrentar los impactos que ocasiona el COVID-19 y otras enfermedades.
Además, “ahora, es usual ver que los consumidores revisen con más atención lo que hay en su despensa y, pensando solidariamente, compren solo lo necesario. Esta conciencia también se expresa en el interés por consumir productos frescos, de temporada y que se hayan producido localmente”, dice este experto.
Los negocios, innovación a la carta
Ante esos cambios que vienen de la mano de los consumidores, empresas de todo el mundo tienen que empezar a adaptarse para seguir ofreciendo bienes y servicios que se ajusten a las nuevas necesidades de la economía. Para Carlos Andrés Arias Henao, Docente catedrático del programa de Administración de Empresas de Areandina, desde la perspectiva empresarial, estamos atravesando el paso a un nuevo paradigma de la normalidad empresarial.
“Hay un incremento en el número de transacciones y operaciones en línea, los medios digitales cada vez ganarán una mayor relevancia y los negocios a través de internet serán cada vez más dinámicos. Por tal motivo, es de suma importancia la disposición de condiciones para garantizar el tránsito de los sistemas de comercialización, servicio y pago a través de herramientas virtuales. Adicionalmente, el mundo está ingresando en la dinámica de los universos virtuales al mejor estilo ‘Second Life’ en los que las interacciones están mediadas con mayor intensidad (y quizás en algún momento, exclusivamente) por internet”, menciona Arias.
La capitalización de un mercado digital todavía es un gran reto para los empresarios y emprendedores de América Latina. Aun así, los tiempos de cambio siempre han sido tierra fértil para la innovación. Por eso, para Arias, esta es una oportunidad para que emprendedores y empresas exploren nuevas líneas de negocio y busquen la manera de darle continuidad a sus actividades..
El trabajo, una nueva normalidad
Según lo reportó la OIT, las medidas de paralización total o parcial de las actividades económicas en el mundo para combatir la propagación del COVID-19 afectan a casi 2.700 millones de trabajadores, es decir, cerca del 81% de la fuerza de trabajo en el planeta.
Esto ha hecho que empresas y trabajadores independientes hayan recurrido a nuevas formas de trabajar. El más claro de estos cambios es la migración forzada al teletrabajo que por ahora es obligatoria, pero una vez las empresas empiecen a reconocerla como una forma de trabajo viable que, además, evita el desplazamiento y congregación de personas en la ciudad, será una práctica mucho más difundida en todo tipo de industrias.
Delma García, coordinadora de la Oficina de Graduados sede Valledupar explica: “Dada la contingencia generada por el COVID-19 las dinámicas laborales cambiaron significativamente. Entre los cambios se destacan: el logro de resultados en vez del cumplimiento de horario, oficina en la red, impacto global, innovar y crear como condición para la labor, tareas analíticas e interactivas, crear con base en la tecnología, entre otros”.
Por eso García cree que las habilidades que empezarán a tener preponderancia en una economía cada vez más digital son: el dominio de softwares, navegadores, plataformas, redes sociales, bases de datos, buscadores y aplicaciones generales y aquellas herramientas que le permitan interactuar con profesionales de diferentes campos. Sin embargo, recuerda que habilidades como un desarrollo pleno de comprensión de lectura, analítica y numérica, y el pensamiento crítico no perderán relevancia. Además, sugiere que en los currículos académicos haya un enfoque hacia el desempeño profesional que se trabaje desde inicios del plan de estudios y no hacia el final.
Por su parte, los profesionales deben adaptarse a las nuevas demandas requeridas por un mercado cambiante y desplazar su mirada hacia sectores que están requiriendo oferentes. “Para esta nueva economía, se necesitan nuevas habilidades y las más importantes son la capacidad de adaptación al cambio y saber educarse en lo que realmente es necesario”, concluye.
Las oficinas se empezarán a diseñar para evitar la propagación de enfermedades. No solo proveyendo elementos para la higiene personal, sino también empezarán a ser pensadas de tal manera que den a las personas más espacio, mejor ventilación y en algunos casos, especialmente para lugares que requieren de un flujo constante de personas como los bancos, se implementará uso de barreras transparentes.
Por otro lado, pensar en viajes de negocios que lleven a empresarios, conferencistas y profesionales a otros rincones del mundo que cuestan millones de pesos será una idea desorbitante. Después de todo, aquellas ferias en grandes centros de convenciones dejarán de ser un requisito para que diferentes sectores puedan dialogar. Ahora, la tecnología puede ser la encargada de ahorrar esos costos logísticos que durante años fueron la norma.
El turismo, un giro de 180°
“El COVID-19 trajo cambios sustanciales en lo que hasta el momento considerábamos normal: viajes, globalización, procesos de apertura, servicios transfronterizos e integración a todas las escalas. De hecho, según las proyecciones internacionales las divisas por estas operaciones crecían de manera exponencial”, dice Roxana Contreras, docente de administración de empresas de Areandina Sede Bogotá y asesora jurídica externa de Cotelco (Asociación Hotelera y Turística de Colombia).
En la actualidad, el sector turístico es uno de los más afectados por el brote del COVID-19, con repercusiones tanto en la oferta como en la demanda de viajes. La Organización Mundial del Turismo estima que, en 2020 las llegadas de turistas internacionales podrían disminuir entre un 20% y un 30%, en comparación con el crecimiento de entre un 3% y un 4% previsto a principios de enero de 2020.
La misma organización estima que las pérdidas para el sector a nivel internacional equivalen a cinco o siete años de crecimiento. Esta industria que crecía rápidamente y que presentaba problemas como el exceso de turistas en ciudades que se veían abarrotadas de visitantes internacionales ahora afronta lo contrario: una disminución en el número de personas que quieren viajar. Por eso, es posible que el turismo transnacional deje de ser tan apetecido mientras que el turismo local toma fuerza. A su vez, también puede que haya un giro hacia un turismo sostenible que mida la huella de carbono de los viajeros, alejado de las grandes ciudades y que se centre en grandes escenarios de la naturaleza.
Nuevas maneras de hacer entretenimiento
Alejandro Ríos Campiño, docente de la Facultad de Diseño, Comunicación y Bellas Artes de Areandina señala que en este momento los públicos están buscando caminos alternativos para huir y escapar de la generalización de los medios tradicionales. Están a la espera, cada vez más, de ideas, formatos e historias actuales y novedosas propuestas de realizadores que se preocupen por lo que ellos quieren. Además, con la interacción en redes sociales, las preferencias del público se harán escuchar cada vez más y los creadores de contenidos oirán sus ideas.
Por el otro lado de la moneda, en la producción de contenidos audiovisuales, recuerda que por las medidas sanitarias “hacer producciones ahora y en adelante como las que se rodaban antes será muy complejo. Solo el cumplimiento de estos protocolos como lo plantean los estudios británicos de Pinewood o los estadounidenses como Hollywood, hacen que las producciones tengan altas restricciones y altas inversiones en cuidado”.
Por eso, la producción y logística en la que no sea necesario el desplazamiento de grandes cámaras y luces a exteriores, tomarán fuerza. Tal es el caso de realizadores independientes que con un celular y herramientas digitales pueden hacer producciones de gran valor. Asimismo, las plataformas de streaming ganarán más terreno y nacerán nuevas formas para acceder a las artes y el entretenimiento desde casa.
Campiño advierte que es equivocado asumir que habrá una migración total a estos nuevos formatos. Para él, sería tan atrevido como cuando se dijo que la radio desaparecería con la llegada de la televisión. “Tan solo estamos siendo testigos de una transformación en la cual habrá espacio para todos y cada uno de los gustos que soliciten los públicos” concluye.
Una crisis de gran complejidad y la falta de evidencia sobre el comportamiento epidemiológico del COVID-19, hacen imposible saber a ciencia cierta qué tanto y cómo se darán estos cambios, y si están para quedarse. En el pasado, pandemias, pestes y guerras han cambiado el curso de sociedades enteras y, ya que esta es la primera gran pandemia de la era digital, es previsible que suceda lo mismo en esta ocasión. Por eso es tan importante detenerse a mirar esos patrones que empiezan a darse en estos momentos de cambio y que seguramente serán la cuna de muchas innovaciones que a futuro marcarán el mundo.