En Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, Edgar Morin, plantea los aspectos cruciales hacia los que debería orientarse la práctica educativa.
Edgar Morin es un filósofo, antropólogo y sociólogo francés de peso en el campo de las ciencias humanas. Sus aportes han tenido gran impacto, en especial en el mundo de la educación. La propia UNESCO le pidió que se pronunciara sobre la educación del futuro y de allí surgió un famoso texto sobre los saberes necesarios para el mañana.
Todo quedó condensado en el libro Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, publicado en el año 2000. Allí habla de los ejes que se deben tener en cuenta para reestructurar el ámbito educativo, de modo que en verdad forme personas capaces de responder a los desafíos actuales.
El libro no ha perdido vigencia. Por el contrario, sigue siendo objeto de estudio y de debate. Morin afirmó que su propósito no era en sí proponer nuevos modelos, sino luchar contra los errores del actual sistema educativo, que permanecen ignorados.
A continuación veremos lo que dice sobre los siete saberes necesarios para la educación del futuro.
1. Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión
El primero de los siete saberes necesarios para la educación del futuro tiene que ver con el hecho de que el propio conocimiento esté sujeto a la ilusión y el error. Las emociones, positivas y negativas, así como las limitaciones de la percepción generan sesgos y restricciones en el conocimiento particular.
Esta es una realidad que debe aceptarse. Por lo tanto, es importante enseñar un conocimiento que sea capaz de motivar la crítica del propio conocimiento. La búsqueda de la verdad exige que haya reflexión, cuestionamiento, crítica y corrección de los errores.
2. Los principios de un conocimiento pertinente
La educación debe capacitar a las personas para que puedan identificar los conocimientos clave. Esto solo se logra si se tiene en cuenta el contexto, la interacción entre lo particular y lo general, así como el hecho de que toda realidad es multidimensional.
Por lo anterior, parece necesario generar métodos que faciliten la detección de las interacciones complejas que hay en la realidad. En otras palabras, capaces de integrar los conocimientos, en lugar de disgregarlos como ocurre en la actualidad.
3. Enseñar la condición humana
Uno de los siete saberes necesarios para la educación del futuro es reconocer la doble condición del ser humano: como individuo, con una identidad particular, y a la vez como miembro de un determinado colectivo.
Cada ser humano estaría habitado por tres dimensiones, o bucles: el primero es cerebro-mente-cultura; el segundo, razón-afecto-impulso; y el tercero, individuo-sociedad-especie. Por lo tanto, cada persona en formación es portador de una particularidad compleja que, a la vez, debe aprender a integrar con la complejidad de otros.
4. Hablar sobre la identidad terrenal
La educación debe tener una perspectiva planetaria. Esto significa que el desarrollo intelectual, afectivo y moral debe producirse a escala global y no solo en función del entorno inmediato. Esa es la perspectiva adecuada.
Lo anterior hace que el conocimiento sea más real e integrador. Al mismo tiempo, ayuda a consolidar la idea de que la patria de todos es el planeta y no una nación o una región en particular. Solo de esta manera se pueden comprender y solucionar los grandes problemas.
5. Enfrentar las incertidumbres
El principio de incertidumbre debe ser uno de los ejes de la educación. La realidad es dinámica, mutable y esto se ha hecho mucho más evidente desde el siglo XX. Lo incierto no solo se refiere al devenir futuro, sino a la misma validez del conocimiento.
De igual manera, hay incertidumbre continua frente a nuestras propias decisiones. Por lo tanto, no es conveniente seguir educando a las personas como si lo que hubiera fuese un sistema de certezas, ya que no lo es. Por el contrario, el no saber “a ciencia cierta” es la constante.
6. Desarrollar la comprensión
Morin señala que la comunicación no es comprensión. Esta última implica el entendimiento de los códigos de ética diferentes, ritos, costumbres y opciones políticas más alejadas de aquellas que sí concuerdan o encajan más con nuestras ideas.
En concreto, uno de los siete saberes necesarios para la educación del futuro es la apertura empática hacia los demás. Esta debe ser complementada con la tolerancia a las ideas y sentimientos ajenos, siempre que no atenten contra la dignidad humana.
7. La ética del género humano
Una ética válida para todo el género humano es una necesidad sentida de los tiempos que corren. Debe basarse en el bucle: individuo-sociedad-especie. Esto implica la promoción de prácticas democráticas y respeto por la diversidad; de lo contrario sería una “dictadura de las mayorías”.
Las personas deben aprender a verse a sí mismos como “ciudadanos planetarios”. Somos una misma especie y en eso radica lo esencial. Los proyectos, las interacciones y los compromisos deben diseñarse y vivirse a escala de especie.
Edgar Morin también planteó la idea de que toda la educación debería reformarse, desde la primaria hasta la universidad, con el objetivo de no dividir el conocimiento, sino de integrarlo. Propuso crear el “diezmo epistemológico”: toda institución debería dedicar el 10 % de su presupuesto a analizar la pertinencia de lo que enseña.
Fuente: www.lamenteesmaravillosa.com