Bogotá está viviendo el conflicto, no solo por las víctimas que rondan nuestras calles sino por todos los intentos de subyugar a nuestra población, eliminar las voces disonantes con la violencia.
Por Sergio Villareal
El día 11 de Mayo de este año, Salvatore Mancuso, el sanguinario ex-comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia y uno de los hombres de confianza de Carlos Castaño, el comandante en jefe de este grupo armado criminal. En el testimonio se hablaron de muchos temas sobre la relación de los altos mandos del gobierno y el ejército con los Paramilitares y Mancuso precisó como estos grupos colaboraban para detener la apertura democrática que ellos veían como ruín.
Usualmente, este no seria el canal para hablar sobre temas de paz, en un periódico local como lo es El Vocero, nos hemos acostumbrado a hablar de temas como la seguridad, el esquema de recolección de basuras, la maya vial, etc.
Está bien que se distingan los espacios, igual existen medios como La Línea del Medio, o revista Cambio que discuten estos temas más nacionales, sin embargo, si algo dejó claro las declaraciones de Mancuso en la JEP fueron que el paramilitarismo también afectó Bogotá.
Entre los detalles más llamativos de la audiencia estuvo el descubrimiento de que el ex-Vice Presidente, ex-Embajador ante los Estados Unidos y ex-candidato a la Alcaldía de Bogotá, Francisco Santos, le pidió personalmente a Mancuso que gestionara la creación de un bloque paramilitar en Bogotá.
No es para nada sorprendente porque Santos haría algo así, Bogotá tiene una diversidad democrática que muchos otros municipios quisieran, hemos tenido Alcaldes de la izquierda a la derecha, la mayoría de partidos alternativos y muchos de grupos marginados como Lucho Garzón quien era sindicalista, Claudia López quien es mujer y miembro de la comunidad LGBT, entre otros.
En Segovia, Antioquia, al escoger una candidata comunista a la Alcaldía, Fidel Castaño en 1988 masacró a 46 personas.
En Juan Frío, Norte de Santander, incineraron cuerpos para poder justificar cifras de seguridad en los mal llamado Falsos Positivos, y en la costa aún permanece activo un grupo llamado el Clan del Golfo quienes amenazaron de muerte a los magistrados de la JEP y gracias al testimonio de alias “Otoniel” se conoce que este grupo armado ha participado en colusión con entidades del estado. Volviendo a la pregunta de ¿Esto porque es un tema para Usaquén?
Además de que vimos los intentos de la ultra derecha por silenciar voces disonantes en la capital, hay que ver el contexto político en el que estamos, tan solo hace unas semanas por el grupo de Jóvenes Verdes Bogotá se comentó que Heidy Sánchez, candidata de la UP, era “muy comunista para gobernar Bogotá”, y en comunidades como el conjunto de La Hoja (Vivienda de Interés Social para víctimas de desplazamiento) hace unos años expulsaron a un grupo de estudiantes de la Nacional que proveían apoyos pre-Icfes porque estaban vínculados al Partido Comunes.
Bogotá está viviendo el conflicto, no solo por las víctimas que rondan nuestras calles sino por todos los intentos de subyugar a nuestra población, eliminar las voces disonantes con la violencia.
Bogotá es una ciudad donde todos y todas pueden convivir y es nuestra responsabilidad como Bogotanos no dejar que las posturas anti democráticas (a veces acogidas por el mismo estado) de grupos al margen de la ley o en nuestro mismo sistema electoral y político, cambie eso que se ha vuelto el tesoro capitalino más preciado.